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it-eso-stephen-king

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estar conversando.Se les unió un pájaro nuevo. Era rojo. Stan seapresuró a ajustar los binoculares. ¿Era...? No. Erauna tanagra escarlata; buen pájaro, pero no elcardenal que él estaba buscando. Se le unió uncarpintero que vis<strong>it</strong>aba con frecuencia el MemorialPark. Stan lo reconoció por el ala derechadesgarrada. Como siempre, se preguntó qué podíahaberle pasado; una escapada por un pelo de lasgarras de un gato parecía la explicación másprobable. Iban y venían otros pájaros. Stan vio ungrajo, torpe y feo, un mirlo, otro carpintero. Porfin, como recompensa, detectó a un pájaro nuevo.No era el cardenal sino un molobro, que parecíavasto y estúpido en la lente de los binoculares. Dejócaer los binoculares contra el pecho y volvió a sacarel álbum rogando que el molobro no alzara vueloantes de que él pudiera confirmar el avistamiento.Al menos tendría algo que llevar a su padre. Y yaera hora de irse. La luz se estaba apagandorápidamente. Sentía frío y estaba mojado. verificólos datos en el libro y volvió a mirar por losbinoculares. Aún estaba allí; no se bañaba; nohacía más que mirar con cara de tonto. Era unmolobro, casi con toda seguridad. Sin señalesdistintivas (al menos, ninguna que se pudieraindividualizar a esa distancia) y con tan poca luzresultaba difícil confirmarlo. Pero tal vez lequedaran tiempo y luz para otra comprobación.Miró la ilustración del libro, estudiándola con727

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