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it-eso-stephen-king

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—Sí, mamá.—Otra cosa. No quiero que vayas solo por ahí.Sabes que no debes aceptar golosinas dedesconocidos ni subirte a coches de extraños (losdos estamos de acuerdo en que no eres tonto). Yeres grande para tu edad. Pero un adulto, sobretodo si está loco, puede dominar a un niño si se lopropone. Cuando vayas al parque o la biblioteca, vecon uno de tus amigos.—De acuerdo, mamá.Ella volvió a mirar por la ventana y soltó unsuspiro.—Mal andan las cosas cuando se llega a unas<strong>it</strong>uación como ésta. De cualquier modo, en estaciudad hay algo feo. Siempre lo he pensado. –Sevolvió a mirarlo, con ceño–. Vagabundeas tanto,Ben... Has de conocer casi todos los lugares deDerry, ¿no? Al menos la parte poblada.Ben no creía conocer todos los lugares; pero símuchos. Y el inesperado regalo lo habíaemocionado tanto que habría estado de acuerdocon su madre aun si ella hubiera sugerido que JohnWayne hiciera de Adolf H<strong>it</strong>ler en una comediamusical. Asintió.—Nunca viste nada, ¿verdad? –preguntó ella–.¿Algo, alguien... sospechoso? ¿Algo extraño?¿Cualquier cosa que te asustara?En su entusiasmo por el reloj, estuvo a punto314

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