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it-eso-stephen-king

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vez notaba un descabellado paralelo: después detodo, el hombre–lobo había salido del inodoro.—Caray, parece que todo el mundo duerme –dijo Richie, arrojando el pal<strong>it</strong>o del helado a laalcantarilla–. ¿Alguna vez habéis visto tantaquietud? Se diría que todo el mundo fue a pasar eldía a la playa.—¡Eh, ch–ch–chicos! –gr<strong>it</strong>ó Bill Denbrough,desde atrás–. ¡E–e–esperen!Eddie giró en redondo, encantado, comosiempre, de oír la voz del Gran Bill. El chico veníapedaleando sobre "Silver", por la esquina de laavenida Costello, ganando distancia con respecto aMike, aunque la Shwinn de Mike era casi nueva.—¡Hai–oh "Silver"! ¡"Arrreeee! –chilló Bill.Y llegó hasta ellos a casi treinta kilómetros porhora entre el rugido de los naipes sujetos alguardabarro trasero. Pedaleó hacia atrás, aplicó losfrenos y se deslizó admirablemente hacia el lado.—¡Bill "Tartaja"! –dijo Richie–. ¿Cómo estás,chaval? Vaya, vaya. ¿Cómo estás, chaval?—M–m–muy bien. ¿Hab–béis v–visto a Ben o aBe–Beverly?Mike se reunió con ellos, con la cara cubierta desudor.—¿Me puedes decir qué velocidad alcanza –esabicicleta?Bill se echó a reír.1665

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