11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

parque de Bangor. Las edades de sus víctimas ibande los tres a los ochenta y un años. No era muyremilgado, Frank de Cruz. Y junto a él, pero másatrás, Arlen Weston pasaba tanto tiempocontemplando soñadoramente su azada comousándola. Fogarty, Adler y John Koonts habíanprobado el método de las monedas paraconvencerlo de que se diera un poco de prisa; undía, Koontz le había pegado con demasiada fuerzay Arlen había sangrado, no sólo por la nariz sinotambién por las orejas, y esa noche había tenidoconvulsiones. No fueron muy grandes. Pero desdeentonces, Arlen se había retirado cada vez máshacia su propia negrura interior; ahora era un casodesesperado, casi totalmente desconectado delmundo. Detrás de Arlen...—Si no levantas <strong>eso</strong> te ajustaré las cuentas,Henry –bramó Fogarty.Henry levantó la azada y siguió trabajando. Noquería tener convulsiones y terminar como ArlenWeston.Pronto empezaron otra vez las voces. Pero esavez eran las de los otros, las voces de los chicos quelo habían metido en <strong>eso</strong>, susurrándole desde laluna–fantasma."Ni siquiera pudiste alcanzar a un gordo,Bowers –susurró uno, de ellos–. Ahora soy rico, ytú estás dándole a la azada. ¡Me río de ti, imbécil!""No p–p–podías atrapar n–n–ni un1062

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!