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it-eso-stephen-king

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el dueño de un coche que no sabe nada deautomóviles. Ben no reparó en esa expresión.Estaba concentrado en su trabajo.—Alcanzadme esa bala –dijo–, y el soldador.Bill le entregó una bala de mortero cortada endos. Era un recuerdo de guerra que Zack habíarecogido en Alemania cinco días después de entrarcon el ejérc<strong>it</strong>o del general Patton. En otrostiempos, cuando Georgie aún llevaba pañales, sehabía utilizado en la casa como cenicero. Pero Zackhabía dejado de fumar y la bala de mortero habíadesaparecido. Bill la había encontrado en la partetrasera del garaje una semana antes.Ben puso la bala de mortero en el torno, laajustó y luego tomó el soldador de manos deBeverly. Sacó del bolsillo un dólar de plata y lo,dejó caer en el improvisado crisol. Sonó a hueco.—Eso te lo dio tu padre, ¿verdad? –observóBeverly.—Sí –dijo Ben–, pero no lo recuerdo muy bien.—¿Estás seguro de que quieres usarlo paraesto?Él la miró con una sonrisa.—Sí –contestó.Y ella le devolvió la sonrisa. Para Ben fuesuficiente. Si ella le hubiese sonreído dos veces,habría sido capaz de hacer balines de plata paramatar a un pelotón de hombres–lobo.1463

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