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it-eso-stephen-king

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ido su propio Eddie en ese artefacto, arriesgandolos hu<strong>eso</strong>s y la vida."Lo hice por ti, Eddie –pensó, mientras entrabaen el hosp<strong>it</strong>al con la cabeza erguida–. Te sentirásalgo desilusionado, al principio. Es natural. Perolos padres saben más que sus hijos. Si dios hizo alos padres fue para que guiasen, instruyesen... yprotegiesen." Después de la primera desilusión, élcomprendería. Y el alivio que ella experimentabaera, por supuesto, por Eddie y no por ella. Cabíasentirse aliviada cuando una salvaba a su hijo delas malas compañias.Sólo que al entrar, su alivió se trocó en nuevasinquietudes con sólo ver la cara de Eddie. Noestaba durmiendo, como ella esperaba. En vez deuna somnolencia de drogas, de la que despertaríad<strong>eso</strong>rientado, aturdido y psicológicamentevulnerable, lucía una expresión alerta, vigilante,muy distinta de su mirada suave y vacilante decostumbre. Aunque Sonia no lo sabía, Eddie, comoBen Hanscom, era del tipo de niños que mirarápidamente a la cara, como para saber quéemociones se están gestando allí y aparta la vistade inmediato. Pero ahora la miraba con insistencia("Tal vez sea por los medicamentos –Pensó–,seguro que es <strong>eso</strong>; tendré que consultar al doctorHandor sobre sus medicamentos"), y fue ella quiense vio obligada a apartar la vista. "Es como si meestuviese esperando", pensó. Ese pensamientohabría debido hacerla feliz, pues un niño que1370

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