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it-eso-stephen-king

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—Dos cosas, ya que preguntas: resérvamealojamiento y reza por mí. Sí, está bien... Ya... yotambién. Buenas noches.Estaba colgando el auricular cuando él entró.Su intención había sido entrar con violencia,gr<strong>it</strong>ándole que apagara de inmediato el cigarrillo,¡Ahora Mismo!, pero las palabras se le ahogaron enla garganta al verla. La había visto así en otrasocasiones, pero sólo dos o tres veces. Una vez,antes de la primera exhibición importante; otra,antes del primer desfile privado para compradoresnacionales y, por último, al viajar a Nueva Yorkpara recibir el Premio Internacional del Diseño.Se paseaba por el cuarto a grandes pasos, con elcamisón de encaje blanco modelándole el cuerpo yel cigarrillo sujeto entre los labios (por Dios, cómodetestaba verla con una colilla en la boca),despidiendo humo sobre el hombro izquierdo.Pero fue la cara lo que lo detuvo, lo que le hizomorir el gr<strong>it</strong>o en la garganta. El corazón le dio unvuelco, ka¡Bamp! Hizo una mueca de dolor,diciéndose que <strong>eso</strong> no era miedo sino sólo asombrode verla así.Beverly sólo estaba completamente viva cuandoel r<strong>it</strong>mo de su trabajo llegaba a un puntoculminante. Cada una de las ocasiones que acababade recordar se había relacionado, por supuesto,con su profesión. En esas ocasiones, Tom habíavisto a una mujer distinta de la que conocía tan183

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