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it-eso-stephen-king

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ápidamente, levantando el brazo derecho porsobre el hombro, como si estuviera por arrojar unajabalina. El cinturón siseó en el aire. Beverly tratóde apartarse, pero se golpeó el hombro derechocontra la puerta del baño y se oyó un carnoso¡whap! al encontrar el cuero su brazo izquierdo ydejar una magulladura roja.—Tengo que darte una paliza –rep<strong>it</strong>ió Tom. Suvoz era cuerda, hasta apenada, pero él mostraba losdientes en una sonrisa blanca y helada. Quería veresa expresión en sus ojos, esa expresión de miedo,terror y vergüenza, la que decía: "Sí, tienes razón,me lo merecía." Esa expresión que decía: "Sí, estásahí, siento tu presencia." Entonces volvería el amory <strong>eso</strong> estaba bien, era bueno, porque él la amaba,de veras. Hasta podían conversar, si ella quería,sobre quién había llamado y de qué se trataba todo<strong>eso</strong>. Pero <strong>eso</strong> sería después. De momento estabanen clase. El viejo uno dos: primero la paliza,después el sexo.—Lo siento, nena.—Tom no hagas e...Él lanzó el cinturón hacia el costado y vio que lelamía las caderas. Se produjo un satisfactoriochasquido al terminar en la nalga. Y...¡Por Dios, ella lo estaba sujetando! ¡Estabasujetando el cinturón!Por un momento, Tom Regan quedó tanatón<strong>it</strong>o por ese inesperado acto de insubordinación200

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