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it-eso-stephen-king

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tonto!"El sonido del piano llegaba desde lo que supadre llamaba sala de estar y su madre sala devis<strong>it</strong>as. Sonaba a música de otro mundo, lejana,como deben de sonar las conversaciones y risas deuna playa abarrotada al nadador exhausto quelucha contra la corriente.¡Sus dedos encontraron el interruptor!Lo accionaron... y nada. No había luz."¡Mald<strong>it</strong>a sea! ¡La corriente eléctrica!"George retiró el brazo como de un cesto llenode serpientes. Retrocedió desde la puerta abierta,el corazón palp<strong>it</strong>ante. No había corriente, porsupuesto; había olvidado que la corriente estabacortada. ¿Y ahora qué? ¿Decirle a Bill que no podíallevarle la caja de parafina porque no había luz ytenía miedo de que algo lo cogiese en las escalerasdel sótano, algo que no era comunista ni unasesino loco, sino una criatura mucho peor? ¿Algoque simplemente deslizaría una parte de sumaligno ser entre los peldaños para cogerle por eltobillo? Sonaría ridículo. Otros podrían reírse deesas fantasías, pero Bill no se reiría. Bill se pondríafurioso. Bill diría: "A ver si creces, Georgie...¿Quieres este barqu<strong>it</strong>o o no?Como si le leyera el pensamiento, Bill gr<strong>it</strong>ódesde el dorm<strong>it</strong>orio:—¿Te has muerto allí abajo, GGeorgie?12

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