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it-eso-stephen-king

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son.Alargó la mano y yo la tomé. Así estuvimosmientras él terminaba.—Me volví a tiempo para ver a Trev y Dick, queiban hacia el frente del edificio; corrí tras ellos, aúntratando de recobrar el aliento. Había cuarenta ocincuenta personas allí fuera; algunas lloraban,otras vom<strong>it</strong>aban, las había gr<strong>it</strong>ando y haciendo lastres cosas al mismo tiempo. Algunos yacían en elpasto, desmayados por el humo. La puerta estabacerrada y se oían alaridos al otro lado; la genteaullaba pidiendo salir, por el amor de Dios, queestaban quemándose.Era la única puerta, aparte de la quecomunicaba la cocina con el trastero. Para entrarhabía que empujar la puerta. Para salir se tiraba deella. Algunas personas habían salido; después, lamisma gente empezó a apelotonarse y a empujarcontra la puerta, que se cerró. Los que estabanatrás seguían empujando para alejarse del fuego ytodo el mundo quedó atascado. Los de delantequedaron aplastados. No había modo de abrir esapuerta contra el p<strong>eso</strong> de todos los que empujaban.Allí estaban, atrapados, mientras el incendio rugía.Fue Trev Dawson quien hizo que murieran sólounos ochenta, en vez de doscientos, y por suesfuerzo no le dieron una medalla sino dos años enla prisión mil<strong>it</strong>ar de Rye. Porque en ese momentose acercó un camión grande y viejo, conducido por801

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