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it-eso-stephen-king

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eunión del Club del Libro, Patty subió la escalera ycaminó hasta la puerta del baño.—¿Stanley? –llamó, y trató de abrir.De pronto sintió mucho miedo. No quería usarla llave. De algún modo, usar la llave le parecía algodefin<strong>it</strong>ivo. Si Dios no había corregido las cosaspara cuando ella hubiera abierto, ya no lo haría.Después de todo, la época de los milagros habíapasado.Pero la puerta todavía estaba cerrada. Elconstante plink del grifo goteante era su únicarespuesta.Le temblaba la mano. Encajó la llave en lacerradura, y la hizo girar. Intentó asir el pomo devidrio tallado, pero se le escurría porque la palmade la mano estaba empapada de sudor.Finalmente, consiguió hacerlo girar. Abrió lapuerta.—¿Stanley? Stanley...Miró hacia la bañera, con su cortina azulrecogida en un extremo y olvidó el nombre de sumarido. Simplemente siguió mirando la bañeracon gesto solemne, como el de un niño en suprimer día de colegio. Luego comenzaría a gr<strong>it</strong>ar atodo pulmón. Entonces la oiría An<strong>it</strong>a Mackenzie, lavecina, y sería An<strong>it</strong>a Mackenzie quien llamaría a lapolicía convencida de que un delincuente habíaentrado en casa de los Uris.97

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