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it-eso-stephen-king

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miedo y una idea perturbadora: "Los hu<strong>eso</strong>s viejosse rompen con facilidad."Le pasó por la mente con tanta velocidad queapenas pudo registrarla. Pero...Pero no todo era inquietud, ¿verdad? No.También había deseo... lo mismo que habíaexperimentado al ver que el niño pasaba con elpatinete bajo el brazo. El deseo de ir a todavelocidad, de sentir el viento que pasa sin saber siuno corre hacia él o si huye con él. De andar. Devolar.Inquietud y deseo. Había mucha diferenciaentre el mundo y el deseo: la misma diferencia queentre el adulto, que calcula el riesgo, y el niño, quese sube y echa a andar. Toda la diferencia delmundo. Sin embargo, no era tanta. En realidad,ambas cosas no eran incompatibles. Como cuandouno se aproxima a la primera pendiente de lamontaña rusa donde empieza la emoción.Inquietud y deseo. Lo que se desea y lo que setiene miedo de buscar. El dónde se ha estado y adónde se desea ir. Un rock and roll decía algo dequerer la chica, el coche, el lugar donde arraigarsey ser uno mismo.Bill cerró los ojos por un momento, sintiendo asu espalda el suave p<strong>eso</strong> inerte de su mujer,sintiendo la colina allá delante, sintiendo su propiocorazón dentro de sí."Sé valiente, sé leal, aguanta."1957

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