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it-eso-stephen-king

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en casa no era tan malo. Tal vez podría leer, vertelevisión, comer, construir cosas con su Mecano.Pero tener que pasarse todo el día en la casa seríamuy malo, y si le contaba lo que había visto –ocreído ver– en enero, era posible que ella loobligara a <strong>eso</strong>.Así que, por diversos motivos, Ben no reveló lahistoria.—No, mamá –dijo–. Sólo al señor Mckibbonrevolviendo los cubos de basura.Eso la hizo reír; no le gustaba el señorMckibbon, que era republicano, además de"cristero". Esa risa cerró el tema.Esa noche, Ben permaneció despierto hastatarde, pero no por la idea de quedar desamparadoy sin padres en un mundo duro. Se sentía amado yseguro, tendido en su cama, a la luz de la luna queentraba por la ventana. De vez en cuando, seacercaba el reloj al oído para percibir su tictac y alos ojos para admirar su esfera.Por fin se quedó dormido. Soñó que estabajugando béisbol con los otros niños en la parcelavacante tras el aparcamiento de camiones deTracker Hermanos. Acababa de despedirestupendamente una pelota y sus compañeros deequipo lo esperaban para v<strong>it</strong>orearlo en el homeplate. Lo llevaron en andas. En el sueño, casireventaba de orgullo y felicidad. Pero entonceshabía mirado hacia el campo central donde una316

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