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ver a Derry de un modo diferente? ¿Verla a vecesamenazadora, con calles inexploradas que, en vezde acoger, parecían bostezar en una especie desilencio ominoso? ¿Era <strong>eso</strong> lo que hacía quealgunas caras pareciesen enigmáticas y asustadas?No lo sabía, pero estaba convencido –así comode que todas las muertes eran obra de la mismamano– de que Derry había cambiado, y de que lamuerte de su hermano había señalado el principiode ese cambio. Las negras suposiciones quesurgían en su cabeza provenían de la ideainquietante de que en Derry en esa temporada,podía ocurrir cualquier cosa. Cualquier cosa.Pero cuando tomó la última curva todo estabaestupendamente. Ben Hanscom seguía allí,sentado junto a Eddie. Eddie se había incorporado,las manos en el regazo, la cabeza inclinada, elpecho aún zumbándole. El sol, ya bajo, proyectabalargas sombras verdes a través del arroyo.—Sí que has ido rápido –dijo Benlevantándose–. No te esperaba hasta dentro demedia hora.—Tengo una bicicleta muy rá–rápida –dijo Billcon cierto orgullo.Por un momento los dos se miraron concautela. Luego Ben sonrió, como tanteando, y Billle devolvió la sonrisa. El chico era gordo peroparecía un tío legal. Y había aguantado. Para <strong>eso</strong>hacían falta agallas, porque Henry y sus mald<strong>it</strong>os399

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