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it-eso-stephen-king

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trabajo, casi sin pausa. Se encontró dando vueltas auna idea inquietante. Trató de borrarla, pero nopudo. ¿Y si la llamada hubiera sido a Ralph Foster,desde la Plow and Barrow, para inv<strong>it</strong>ar a Bill ajugar a los pulsos o al backgammon por una hora?¿O tal vez de Freddie Firestone, el productor de Eldesván, por algún problema? Hasta una llamadaequivocada.¿A qué la llevaban <strong>eso</strong>s pensamientos?Vaya, pues a la idea de que todo ese asunto deDerry y Mike Hanlon no era sino una alucinación.Una alucinación provocada por un principio decolapso nervioso."Pero las cicatrices, Audra, ¿cómo explicas lo delas cicatrices? Él tiene razón. No estaban allí... yahora están. Eso es cierto y tú lo sabes."—Cuéntame el resto –dijo–. ¿Quién mató a tuhermano George? ¿Qué hicieron tú y <strong>eso</strong>s otrosniños? ¿Qué prometieron?Bill se acercó para arrodillarse delante de ella,como un pretendiente formal a punto dedeclararse, y le cogió las manos.—Creo que podría decírtelo –empezósuavemente–. Creo que, si en verdad quisiera,podría. La mayor parte no la recuerdo siquieraahora, pero una vez que comenzara a hablar,surgiría. Puedo sentir que <strong>eso</strong>s recuerdos... esperanel momento de nacer. Son como nubes llenas delluvia. Sólo que esta lluvia sería muy sucia. Las244

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