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it-eso-stephen-king

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delicado florero para una sola rosa se estrellócontra el mosaico, un perchero cayó. Ella sederrumbó sobre sus propios pies en el momento enque Tom cerraba la puerta para avanzar hacía ella.—¡Sal de aquí! –vociferó ella.—En cuanto me digas dónde está mi mujer –repuso Tom, acercándose.Ella tuvo la vaga impresión de que él tampocolucía muy bien. En realidad, habría sido mejordecir que estaba horrible. Y experimentó unadifusa pero feroz alegría. Si Tom había maltratadoa Bev, era obvio que ella le había pagado con lamisma moneda y con creces. Por lo visto, no habíapodido ponerse en pie por todo un día y por suaspecto habría estado mejor en un hosp<strong>it</strong>al.Pero también se lo veía muy perverso yencolerizado.Kay se levantó trabajosamente y retrocedió sinqu<strong>it</strong>arle los ojos de encima, como si él fuera unanimal salvaje escapado de su jaula.—Te dije que no la había visto y es la verdad.Ahora, sal de aquí antes de que llame a la policía.—La has visto –dijo Tom. Sus labios hinchadostrataban de sonreír. Ella notó que sus dientestenían aspecto extraño, desigual: algunos se habíanroto–. Te llamo, te digo que no sé dónde está Bev.Me respondes que no la has visto en las últimasdos semanas. Y ni una pregunta. Ni una palabra1076

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