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it-eso-stephen-king

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cuerpo y mirando alrededor para asegurarse deque nada ha ocurrido en realidad: olvida la m<strong>it</strong>adcuando sus pies tocan el suelo; las tres cuartaspartes, cuando sale de la ducha y comienza asecarse con la toalla; y la totalidad cuando terminael desayuno. Desaparecida por completo... hasta lapróxima vez, cuando en el puño de la pesadillatodos los miedos volverán a recordarse."Esa tortuga –pensó George, acercándose alcajón donde se guardaban los fósforos–. ¿Dóndehe visto una tortuga así?"Pero no lo recordó.Sacó una caja de cerillas del cajón, un cuchillodel escurridor (sosteniendo el filo lejos de sucuerpo, como le había enseñado su padre) y unpequeño bol del aparador. Luego volvió al cuartode Bill.—Eres un inepto, G–georgie –dijo Billcordialmente mientras apartaba las cosas quehabía en su mesilla de noche: un vaso vacío, unajarra de agua, kleenex, libros, y un frasco de VicksVaporub (cuyo olor Bill asociaría toda su vida apechos flemosos y narices tapadas). Tambiénestaba allí la vieja radio Philco, pero no em<strong>it</strong>ía ni aChopin ni a Bach, sino una canción de L<strong>it</strong>tleRichard... aunque muy baj<strong>it</strong>o, tan baj<strong>it</strong>o que L<strong>it</strong>tleRichard perdía toda su cruda y elemental potencia.La madre, que había estudiado piano en Juilliard,detestaba el rock and roll. Más que detestarlo, lo15

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