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it-eso-stephen-king

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sintiendo la presión reconfortante de su panzacontra el escr<strong>it</strong>orio. De vez en cuando chupaba ellápiz en busca de inspiración.A m<strong>it</strong>ad del examen del martes, que era el dematemáticas, le llegó un susurro a través delpasillo. Era grave, apagado y experto como elsusurro de un pr<strong>eso</strong> veterano al pasar un mensajeen el patio de la prisión:—Déjame copiar.Ben miró hacia la izquierda, directamente a losojos negros y furiosos de Henry Bowers. Henry eracorpulento, aun para sus doce años. Brazos ypiernas habían adquirido músculos con el trabajode labrador. Su padre, que estaba loco, segúnrumores tenía unos terrenos en el extremo deKansas Street, cerca del lím<strong>it</strong>e municipal deNewport y Henry pasaba al menos treinta horassemanales trabajando con la azada, sacandohierbas, plantando, recogiendo rocas, cortandoleña y cosechando, cuando había algo quecosechar.Llevaba el pelo cortado rabiosamente a laamericana, tan corto que le asomaba el cuerocabelludo. Se untaba el mechón delantero con unpomo que siempre llevaba en el bolsillo de losvaqueros; como resultado, sobre la frente parecíatener los dientes de una trilladora. Rezumabasiempre olor a sudor y goma de mascar con sabor afrutas. Para la escuela, usaba una chaqueta de289

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