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it-eso-stephen-king

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el centro, un número: 13."Eso" se lanzó contra Bill. El chico habíalogrado levantarse y estaba de espaldas a la pared,mirándolo fijamente.—¡Dispara, Beverly! –gr<strong>it</strong>ó Richie otra vez.—Bip–bip, Richie. –Beverly oyó su propia vozcomo si estuviese a mil kilómetros de distancia.La cabeza del hombre–lobo estaba súb<strong>it</strong>amenteallí, en la línea de fuego. Ella soltó la honda, sin elmenor estremecimiento en sus manos; disparó tantranquila, tan naturalmente como había disparadocontra las latas en el vertedero el día en que todoshabían probado la puntería para ver quién lo hacíamejor.Ben tuvo tiempo de pensar: "Oh, Beverly, sifallas podemos darnos por muertos, y no quieromorir en esta bañera sucia. Pero no puedo salir."Beverly no falló. Un orificio apareciósúb<strong>it</strong>amente en el centro del hocico. Bev habíaapuntado al ojo derecho y errado apenas por uncentímetro.El gr<strong>it</strong>o, casi humano de sorpresa, dolor, miedoy cólera, fue ensordecedor. A Ben le r<strong>eso</strong>naron losoídos. De pronto, el orificio desapareció,oscurecido por borbotones de sangre. La sangresalía a chorros de la herida. Los borbotonesempaparon la cara y el pelo de Bill."No importa –pensó Ben, fuera de sí–. No1510

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