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it-eso-stephen-king

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—Para ti –rep<strong>it</strong>ió Stan–. Pero si yo hubieseintentado <strong>eso</strong>, no habría pasado nada. Porque... tútienes a tu hermano, Bill, pero yo no tengo nada.Recorrió el entorno con la vista: primero elsalón, que había cobrado una tonalidad parda,sombría, tan densa y neblinosa que apenas se veíala puerta por donde habían entrado. Luego, elpasillo, iluminado pero también oscuro, tambiénmugriento, también completamente inverosímil.Los elfos hacían cabriolas en el papel podrido bajolas rosas. El sol refulgía en los vidrios de laventana, en el extremo del pasillo. Y Bencomprendió que si llegaban hasta allí encontraríanmoscas muertas... más vidrios rotos ¿y qué más?¿Las tablas del suelo separadas para hacerlos caera una mortal oscuridad donde esperaban dedoscodiciosos? Stan tenía razón: ¿cómo se les habíaocurrido entrar en su guarida sin más protecciónque dos ridículos balines de plata y un inútiltirachinas?Vio que el pánico de Stan saltaba de uno a otro,como un incendio de prados arrastrado por elviento. Se ensanchó en los ojos de Eddie, abrió laboca de Bev en una exclamación herida, hizo queRichie se ajustara las gafas con ambas manos paramirar alrededor como si temiera encontrarse conun enemigo pisándole los talones.Temblaban, al borde de huir atropelladamente.Casi habían olvidado la recomendación de Bill de1495

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