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it-eso-stephen-king

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Richie se detuvo, lívido de miedo. De prontovolvía a tener tres años. Al oír ese movimientodifuso, chapoteante, que se acercaba a ellos con unmurmullo como de ramas susurrantes, supo quéera aun antes de que Bill encendiese la cerilla.—¡El ojo! –gr<strong>it</strong>ó–. ¡Oh, Dios mío, es el ojoambulante!Por un momento, los otros no supieron concerteza qué veían. Beverly tuvo la impresión de quesu padre la había encontrado, aun allí abajo, yEddie vio la imagen fugaz de Patrick Hockstettervuelto a la vida. Pero el gr<strong>it</strong>o de Richie, su certeza,congeló la forma para todos ellos. Vieron lo queRichie veía.Un ojo gigantesco llenaba el túnel. La vidriosapupila negra medía más de medio metro dediámetro. El iris tenía un tono rojizo, como cieno.La córnea era abultada, membranosa,entrecruzada de venas rojas que palp<strong>it</strong>aban sincesar. Era un espanto gelatinoso, sin párpado nipestañas, que se movía sobre un lecho detentáculos. Esos seudópodos tanteaban lasuperficie rugosa del túnel y se hundían en ellacomo dedos. A la luz moribunda de la cerilla, Billcreyó ver un ojo que se arrastraba sobre dedos depesadilla.Los miraba con febril avaricia.La cerilla se apagó.En la oscuridad, Bill sintió que <strong>eso</strong>s tentáculos1776

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