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it-eso-stephen-king

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Bill puso la tabla en la acera y apoyó un pie enella. La hizo rodar atrás y adelante, probándola. Elchico lo observaba. Mentalmente, Bill se vioviajando calle abajo, hacia la esquina de Jackson,en esa tabla verde aguacate, con la cabeza calvacentelleando al sol y las rodillas flexionadas en esafrágil postura que adoptan los novatos del esquí.Esa postura indicaba que, mentalmente ya estabancayendo. Sin duda el chico no usaría así la tabla.Sin duda volaría con ella("como si se lo llevara el demonio")como si no existiera el mañana.La sensación agradable se le apagó en el pecho.Vio, con demasiada claridad, que la tabla huía bajosus pies para seguir disparada calle abajo, sinestorbos, con su verde fosforescente, ese color quesólo a los chicos podía gustar. Se vio cayendosentado, tal vez de espaldas. La imagen se borrólentamente dejando lugar a una hab<strong>it</strong>ación privadaen el hosp<strong>it</strong>al Municipal de Derry, como aquelladonde habían visto a Eddie con el brazo fracturado.Bill Denbrough, con el torso enyesado y una piernaen tracción. Entra un médico, mira su gráfico, leecha un vistazo y dice: "Ha cometido dos faltasgraves, señor Denbrough. La primera: conduccióntemeraria de una tabla de patinar. La segunda:olvidar que ya está cerca de los cuarenta años."Se agachó, volvió a recoger la tabla y la devolvióa su dueño.1029

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