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it-eso-stephen-king

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Eddie se había olvidado de las reglas y lohabían hecho papilla.No se sintió tan mal hasta que los gamberros sefueron arroyo abajo y cruzaron a la otra orilla,aunque ,la nariz le sangraba como una fuente.Cuando su pañuelo quedó completamenteempapado, Bill le dio el suyo y le hizo poner unamano en la parte posterior del cuello, con la cabezaechada hacia atrás. Recordaba que su madre se loindicaba a Georgie, que a veces había tenidohemorragias nasales.Oh, pero pensar en George dolía.Sólo cuando los pasos de búfalo de losgamberros se perdieron completamente por LosBarrens y cuando la hemorragia nasal cesó, fue quele atacó el asma. Eddie comenzó a jadear paraaspirar el aire, abriendo y cerrando las manos; surespiración sonaba como un silbido de flauta.—¡Mierda! –jadeó–. ¡Asma! ¡Cuernos!Rebuscó a tientas su inhalador y por fin lo sacódel bolsillo. Parecía un bote de limpiacristales. Selo puso en la boca y apretó el gatillo.—¿Mejor? –preguntó Bill.—No. Está vacío. –Los ojos de Eddie estabanllenos de pánico.El inhalador vacío cayó de su mano. El arroyoseguía riendo entre dientes, como si no leimportara que Eddie Kaspbrak apenas pudiera384

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