11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

otes de plástico flexible que usaba Eddie. Se loentregó a Bill, diciendo:—Esto debería solucionar el problema.—G–g–gracias –dijo Bill–. No tttengo d–d–d...—No importa, hijo. La señora Kaspbrak tienecuenta. Se lo anotaré. Ella te estará agradecida porlo que has hecho.Bill, aliviado, dio las gracias al señor Keene y semarchó a toda prisa. El farmacéutico abandonó elmostrador para observarlo. Vio que Bill arrojaba elinhalador en el cestillo y subía a la bicicleta. "¿Esposible que domine semejante bicicleta? –sepreguntó–. Lo dudo." Pero el chico Denbrough selas compuso para alejarse pedaleando lentamente.La bicicleta, que a los ojos del señor Keene era unmal chiste, se balanceaba descabelladamentemientras el inhalador rodaba en el cestillo.El señor Keene sonrió. Si Bill hubiera visto esasonrisa, habría confirmado su opinión de que elseñor Keene no era, exactamente, el campeón de lasimpatía. Era una sonrisa agria, la del hombre queha encontrado mucho que cuestionar pero pocoque enaltecer en el género humano. Sí, agregaría lamedicación para el asma a la cuenta de SoniaKaspbrak y ella, como siempre, se sorprendería(con más suspicacia que grat<strong>it</strong>ud) de su bajoprecio. La señora Kaspbrak, según el señor Keene,era de las que no confían en las cosas baratas paracurarse. Él habría podido esquilmarla en cada396

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!