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tienes que comprenderlo: los globos no pueden ircontra el viento...—Las fotografías tampoco pueden hacer guiños–apuntó Ben.Richie paseó su mirada entre Ben y Bill,preocupado. Acusar a Ben de soñar despierto erauna cosa, pero acusar a Bill, otra muy distinta. Billera el líder, el tío a quien todos miraban conrespeto. Nadie lo expresaba en voz alta, porque nohacía falta. Pero Bill era el de las ideas, el quesiempre tenía algo que hacer en los días aburridos,el que recordaba juegos olvidados por los otros. Yde algún modo, todos sentían algoreconfortantemente adulto en Bill, tal vez era susentido de la responsabilidad. Todos presentíanque Bill cogería las riendas cuando hiciera falta. Laverdad es que Richie creía la historia de Bill, pordescabellada que fuera. Y tal vez no quería creer enla de Ben... ni en la de Eddie.—A ti nunca te pasó nada de <strong>eso</strong>, ¿eh? –lepreguntó Eddie.Richie hizo una pausa, comenzó a decir algo,sacudió la cabeza y se detuvo. Por fin dijo:—Lo más espantoso que he visto últimamentefue a Mark Prenderlist echándose una meada en elparque Mccarron. Tiene la polla más asquerosa delmundo.Ben dijo:543

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