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it-eso-stephen-king

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—Hicimos balines con él, por supuesto.Convertimos el dólar de plata en balines de plata.El señor de la gorra de chófer que había estadoestudiando los dibujos de Vargas, levantóásperamente la vista.—Tonterías –dijo.Ahora sí, la gente levantó la mirada. Alguienchistó al viejo.—Perdón –dijo Ben, en voz baja y temblorosa.Tenía la vaga conciencia de que el sudor le corríapor la cara y de que tenía la camisa pegada alcuerpo–. Estaba pensando en voz alta...—Tonterías –rep<strong>it</strong>ió el anciano, levantando unpoco el tono–. No se pueden hacer balas de platacon dólares de plata. Es un error. Cosa dehistorietas. El problema es la gravedad específica...De pronto apareció la señor<strong>it</strong>a Danner.—Tendrá que guardar silencio, señor Brockhill,–dijo con amabilidad–. La gente está leyendo...—Ese hombre está enfermo –dijo Brockhill,mientras volvía a su libro–. Déle una aspirina,Carole.Carole Danner miró a Ben con expresiónpreocupada.—¿De veras se siente mal, señor Hanscom? Séque es una terrible descortesía decir esto, pero se leve muy mal.939

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