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it-eso-stephen-king

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—M–m–mirad –dijo Bill. La palabra cayó de suboca como un cub<strong>it</strong>o de hielo medio derretido–.¡Mi–rad to–to–todos!Todos se agruparon para mirar.—¡Oh, Dios mío! –susurró Beverly,sobrecogida.—¡Es lo mismo! –exclamó Richie, mientrasgolpeaba a Bill en la espalda, presa de la exc<strong>it</strong>ación.Miró la cara blanca y ojerosa de Eddie, y lapetrificada de Stan Uris–. ¡Lo mismo que vimos enla hab<strong>it</strong>ación de George! "Exactamente lo que"...—Chist –susurró Ben–. Escuchad. –Y luego,casi sollozando–: Se los oye... Sí, se los oye.Y en el silencio, roto sólo por el leve paso de labrisa estival, comprobaron que era cierto. Labanda estaba tocando una marcha mil<strong>it</strong>ar,debil<strong>it</strong>ada y metálica por efecto de la distancia...del paso del tiempo... de lo que fuese. Los vítoresde la mult<strong>it</strong>ud eran como el ruido que em<strong>it</strong>e unaradio mal sintonizada. Había chasquidos, comohechos con los dedos.—Petardos –susurró Beverly, frotándose losojos con dedos temblorosos–. Ésos son petardos.Nadie contestó. Miraban la foto con ojos comoplatos.El desfile serpenteó hacia ellos, pero antes deque los integrantes llegasen al primer plano, elpunto en que habrían debido salir de la imagen a1254

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