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it-eso-stephen-king

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desconcertado. No habían huido, después de todo.¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible, después dehaber visto lo traidor que él había sido con supropio hermano?—¡Defiéndete! –vociferaba Beverly–. ¡Venga!¡Sólo tú puedes hacerlo! Por favor...George estaba a menos de metro y medio. Depronto sacó una lengua llena de hongos blancos.Bill volvió a aullar.—¡Mátalo, Bill.! –gr<strong>it</strong>ó Eddie–. ¡Ése no es tuhermano! ¡Es "Eso"! ¡Mátalo ahora que espequeño! ¡Mátalo!George echó un vistazo a Eddie, apartando porun instante los ojos de plata, y Eddie retrocedió,hasta golpearse contra la pared, como si lohubieran empujado. Bill seguía hipnotizado,mientras su hermano avanzaba hacia él: otra vezGeorge, después de tantos años, George al final talcomo había sido al principio y oía el crujir delimpermeable amarillo mientras George acortaba ladistancia, oía el tintineo de las hebillas de sus botasde lluvia y olía algo así como hojas mojadas, comosi George, por debajo del impermeable, estuvierahecho de ellas, como si los pies, dentro de lasbotas, fueran pies de hojas, sí, un hombre–hoja,<strong>eso</strong> era George, una cara de globo putrefacta y uncuerpo hecho de hojas muertas, como las que aveces atascan las cloacas después de unainundación.1801

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