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it-eso-stephen-king

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Apartó la mano del teléfono.Entró en el baño, y contempló su nariz detomate, chorreante, y su ojo ennegrecido. No lloró.La vergüenza y el espanto eran demasiado parallorar. "Oh, Bev, hice lo que pude, querida. Pero micara... dijo que me destrozaría la cara..."En el botiquín tenía Darvon y Valium. Acabópor tomar uno de cada uno. Luego fue a lasHermanas de la Misericordia para que laatendieran y allí conoció al doctor Geffin; por elmomento, era el único, hombre a quien no habríaborrado gustosamente de la faz de la tierra.Y desde allí a casa otra vez, a casa otra vez...Se acercó a la ventana de su dorm<strong>it</strong>orio paramirar fuera. El sol ya estaba bajo el horizonte. Enla costa este estaría atardeciendo. En Maine eranmás o menos las siete."Más tarde decidirás qué hacer con la policía.Ahora, lo importante es prevenir a Beverly. Seríamucho más fácil, querida Bev, si me hubieras dichodónde te hospedarías. Supongo que no lo sabías."Aunque había dejado de fumar hacía dos años,tenía cigarrillos en el cajón de su escr<strong>it</strong>orio paracasos de emergencia. Sacó uno del paquete, loencendió e hizo una mueca; estaba rancio. Lofumó, de todos modos, con un párpadoentrecerrado, para ev<strong>it</strong>ar el humo y el otro cerrado.Cortesía de Tom Rogan.1082

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