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it-eso-stephen-king

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el brazo a George. Entre <strong>eso</strong>s hu<strong>eso</strong>s, ¿estarían lossuyos, pequeños y frágiles? Sí, por supuesto.Ellos estaban allí por los dueños de <strong>eso</strong>shu<strong>eso</strong>s, por George y todos los otros. Aquellos quehabían sido llevados hasta allí y los que seríanllevados, y los que habían sido abandonados enotro s<strong>it</strong>io para que se pudrieran.—Es necesario –dijo.—¿Y si está cerrada? –preguntó Beverly con unhilo de voz.—N–n–no lo está –aseguró Bill, confiando ensu intención–. Los lug–lugares como éste n–n–nunca est–están cecerrados.Apoyó contra la puerta los dedos extendidos dela mano derecha y empujó. Se abrió a un torrentede luz verdeamarillenta, enfermiza. Aquel olor azoológico les salió al encuentro, increíblementefuerte, increíblemente poderoso.Uno a uno fueron entrando por la puerta decuento de hadas, el acc<strong>eso</strong> a la guarida de "Eso".Bill7. En los túneles, 4.59.se detuvo tan bruscamente que los otros seentrechocaron, como vagones de carga cuando la1790

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