11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Mi madre tenía que quedarse en casa con suslabores, a esa hora, pero insistía en que yo fuera.Iba en mi bicicleta, porque mi madre no me dejabahacer autostop, ni siquiera cuatro años después delúltimo asesinato.Fueron seis semanas difíciles para un chico desólo quince años. Yo quería a mi madre, perollegué a detestar esas vis<strong>it</strong>as nocturnas; lo veíaarrugarse y empequeñecerse, veía extenderse yadentrarse en su cara los pliegues del dolor. Aveces lloraba, aunque trataba de dominarse. Ycuando llegaba el momento de volver a casa estabaya oscureciendo, y yo pensaba otra vez en el veranode 1958, y temía mirar hacia atrás, porque allípodría estar el payaso... o el hombre–lobo... o lamomia de Ben... o mi pájaro. Pero temía, sobretodo, que la forma asumida por Eso, cualquierafuese, fuera la cara de mi padre, asolada por elcáncer. Entonces pedaleaba tan rápido como meera posible, por mucho que el corazón me palp<strong>it</strong>araen el pecho; entraba tan acalorado y sudoroso quemi madre decía:—¿Por qué te das tanta prisa, Mikey? Te vas aenfermar.Y yo decía:—Quería llegar a tiempo para ayudarte con lastareas.Entonces ella me daba un b<strong>eso</strong> y un abrazo,diciéndome que era un buen chico.776

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!