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it-eso-stephen-king

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con ella, para mostrarse amable. Ah, pero habríasido mejor que aquello hubiese sucedido la nocheen que Myra iba a jugar a whist. Entonces él habríapodido irse sigilosamente dejando una nota bajouno de los imanes que había en la puerta de lanevera (allí ponía todas las notas para Myra).Marcharse así, como un fug<strong>it</strong>ivo, no estaba bien,pero aquello era todavía peor. Era como tener queabandonar el hogar otra vez. Y aquello le habíaresultado tan difícil que se había visto obligado arepetirlo tres veces."A veces, el hogar está donde está el corazón –pensó Eddie–. Eso creo. Bobby Frist decía que elhogar es ese s<strong>it</strong>io donde, cuando tenemos quevolver, están obligados a recibirnos. Por desgracia,es también el s<strong>it</strong>io donde, cuando estamos allí, noquieren dejarnos salir."De pie en lo alto de la escalera, de pronto llenode miedo, sibilante la respiración en el tubo capilaral que se había reducido su garganta, contempló asu sollozante esposa.—Acompáñame a la planta baja y te diré lo quepueda –dijo.Dejó sus dos maletas en el vestíbulo, junto a lapuerta. En ese momento recordó algo más... Mejordicho, se lo recordó el fantasma de su madre quehabía muerto hacía varios años, pero que aún lehablaba mentalmente con frecuencia."Sabes que cuando te mojas los pies siempre te150

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