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it-eso-stephen-king

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pero también era maravilloso. Oyó que su madrelanzaba exclamaciones fuera. Trató de decir a laenfermera que no la dejara entrar, pero no pudopronunciar palabra.—¡Si está muriendo quiero saberlo! –aullaba sumadre–. ¿Me oye? Tengo derecho a saberlo y tengoderecho a verlo. ¡Puedo entablarle juicio a estehosp<strong>it</strong>al! ¡Conozco muchos abogados! ¡Entre mismejores amigos hay más de un abogado!—No trates de hablar –dijo la enfermera aEddie.Era joven y él sintió que sus pechos leapretaban el brazo. Por un momento tuvo laabsurda idea de que la enfermera era BeverlyMarsh. Después volvió a perder la conciencia.Cuando la recobró, su madre estaba en lahab<strong>it</strong>ación, hablando con el doctor Handor. SoniaKaspbrak era una mujer enorme. Sus piernasparecían troncos, pero troncos suaves. Estaba muypálida, salvo las fogosas manchas del maquillaje.—Mamá... –balbuceó Eddie–, estoy bien...—¡No es cierto, no es cierto! –gimió la señoraKaspbrak, retorciéndose las manos.Eddie oyó crujir sus nudillos. Empezó ainquietarse al verla en ese estado. ¡Cómo la habíahecho sufrir esa última aventura suya! Quisodecirle que se lo tomara con calma si no queríatener una crisis cardíaca, pero no pudo. Tenía la1357

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