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it-eso-stephen-king

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liviana como una pluma, pero caliente y sudorosa.Carnosa. –Traga saliva y su garganta em<strong>it</strong>e unpequeño chasquido. Los otros la observan consolemnidad alrededor de la mesa–. Una la sentíaen el costado o sobre el pecho. Claro que ningunade nosotras tenía mucho pecho por aquel entonces.Pero a Patrick no parecía interesarle <strong>eso</strong>.... Unasentía ese... contacto y se apartaba con unmovimiento brusco, volviéndose. Y allí estabaPatrick, sonriente, con sus grandes labios carnosos.Tenía una caja lápices...—Llena de moscas –dice Richie bruscamente–.Ya sé. Las mataba con una regla grande, verde, ylas guardaba en su caja de lápices. Hasta recuerdocómo era esa caja: roja, con una tapa de plásticocon ondas blancas que se abría deslizándose.Eddie asiente.—Una se apartaba. Y él, con una gran sonrisa,solía abrir la caja de lápices para que uno pudiesever esas moscas muertas –prosigue Beverly–. Y lopeor, lo más horrible, era el modo en que sonreía,siempre sin decir nada. La señora Douglas lo sabía,porque Greta Bowie lo había delatado, y creo quetambién Sally Mueller dijo algo. Pero... creo que laseñora Douglas también le tenía miedo.Ben se mece hacia atrás, sobre las patastraseras de la silla, con las manos entrelazadasdetrás del cuello. Beverly no puede creer que estétan delgado.1394

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