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it-eso-stephen-king

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desierto. Volvió la vista hacia adelante y vio que, encinco segundos, iba a estrellarse contra la traserade una camioneta detenida en medio de laintersección, mientras el gordo rubicundo que laconducía estiraba el cuello para leer todas lasseñales y asegurarse de que, por algún virajeequivocado, no había terminado en las playas deMiami.A la derecha de Bill, el carril estaba colmadocon un autobús que cubría el trayecto entre Derry yBangor. Se deslizó en esa dirección, disparadoentre la camioneta y el autobús, siempre acincuenta kilómetros por hora. En el últimomomento inclinó la cabeza a un lado, para ev<strong>it</strong>arque el espejo lateral de la camioneta lereorganizase los dientes. El humo caliente delescape del autobús le dio un latigazo en la gargantacomo un trago de licor fuerte. Oyó un chirridocuando la punta de su manillar rozó el aluminio dela carrocería. Vio por un instante la cara delconductor, blanca como un papel bajo la gorra.Esgrimía el puño y gr<strong>it</strong>aba algo. Seguramente noera para desearle feliz cumpleaños.Tres ancianas iban cruzando Main, desde elBanco de Nueva Inglaterra hacia el Shre–Boat. Aloír el rugir de los naipes, las tres levantaron lamirada y quedaron boquiabiertas: un niño, subidoen una bicicleta enorme, pasó a quince centímetrosde ellas como un espejismo.393

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