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it-eso-stephen-king

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la mayor parte de la sangre acumulada bajo ellavabo había desaparecido, al igual que las marcasdel borde. Pero aún quedaban vetas marronessecándose en la pileta misma, manchas ysalpicaduras en el espejo y el empapelado.Mientras contemplaba su pálida imagen se diocuenta, con súb<strong>it</strong>o y supersticioso miedo, de que lasangre del espejo causaba el efecto de que era supropia cara la que sangraba. Volvió a pensar:"¿Qué voy a hacer con esto? ¿Me he vuelto loca?¿Me lo estoy imaginando?"De pronto, el sumidero em<strong>it</strong>ió una risagorjeante.Beverly lanzó un alarido y salió dando unportazo. Cinco minutos después, las manos aún letemblaban tanto que estuvo a punto de dejar caerla botella de limpiacristales mientras limpiaba lasventanas de la sala.5.Eran cerca de las tres de la tarde cuandoBeverly Marsh, con el apartamento cerrado y lallave en el bolsillo de sus vaqueros, cogió porRichard Street un paso estrecho que conectabaMain y Center. Allí tropezó con Ben Hanscom,Eddie Haspbrak y un niño llamado Bradley, que697

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