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it-eso-stephen-king

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Fue Trev el que me salvó. Vi su manaza pardatendida hacia mí y me aferré a ella como unnáufrago a un salvavidas. Él tiró y me sacó de allí.Alguien me plantó un pie aquí, en el cuello...Se masajeó la zona donde la mandíbula securva hacia la oreja. Yo asentí.—... y me dolió tanto que por un momento medesmayé. Pero no solté la mano de Trev y éltampoco me soltó. Por fin pude ponerme en pie,justo cuando la mampara de la cocina sederrumbaba. Sonó como ¡flump!, el ruido quehacen los charcos de gasolina cuando les prendesfuego. Vi que caía entre un gran chisporroteo y quela gente se apartaba. Algunos lo consiguieron.Otros no. Uno de nuestros compañeros (creo queHort Sartoris) quedó sepultado abajo, y por unsegundo vi su mano abrirse y cerrarse bajo todasesas brasas. A una muchacha blanca de unos veinteaños se le encendió la espalda del vestido. Estabacon un muchacho de la universidad y le rogó agr<strong>it</strong>os que la ayudara. Él se lim<strong>it</strong>ó a darle dosbarridas con la mano y después corrió con losotros. Ella quedó allí, gr<strong>it</strong>ando, mientras el vestidoardía sobre su cuerpo.La cocina era un infierno. Las llamas eran tanbrillantes que no las podías mirar. El calor era dehorno, Mikey, una parrilla. Uno sentía que la pielse le ponía lustrosa, que los pelos de la nariz se lechamuscaban.796

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