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it-eso-stephen-king

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—Resérveme billete –dijo Audra. Vaciló: "Tencuidado, preciosa..." Tal vez le convenía pensarlomejor, poner distancia entre sí misma y esa locura.Comenzó a revolver su cartera en busca de sutarjeta de créd<strong>it</strong>o–. Para mañana. En primeraclase, si es posible."Si cambio de idea, puedo cancelarlo.Probablemente lo haré. Voy a despertar cuerda ytodo estará claro."Pero por la mañana no hubo nada claro y sucorazón seguía reclamándole que viajase. La nochehabía sido un loco tapiz de pesadillas. Llamó aFreddie, porque se sentía obligada. No tuvo tiempopara mucho; aún estaba tratando de explicarle queBill podía neces<strong>it</strong>arla cuando se oyó un suavechasquido en la línea. Freddie había colgado sinpronunciar palabra tras el "Hola" inicial.Pero, en cierto sentido, ese chasquido decíacuanto hacía falta decir.7.El avión aterrizó en Bangor a las 19.09. Audrafue la única que desembarcó mientras los otrospasajeros la miraban con curiosidad,preguntándose qué interés podía tener alguien enese s<strong>it</strong>io olvidado de la mano de Dios. Audra pensó1097

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