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it-eso-stephen-king

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Cinco manzanas más allá estaba la Bibliotecapública; supuso que hacia allí se encaminaba desdeun principio. Ya casi había salido del parquecuando un niño de sexto grado, llamado PeterGordon, le vio y chilló:—¡Eh, Tetas! ¿Quieres jugar? ¡Neces<strong>it</strong>amos aalguien que haga de gilipollas!Hubo un estallido de risas. Ben escapó tanrápido como pudo, hundiendo la cabeza en elcuello, como si fuera una tortuga.Aun así, se consideró afortunado; bien mirado,los chicos habrían podido perseguirlo, aunque sólofuera para revolcarlo en el polvo y ver si lloraba.Ese día estaban demasiado entretenidos enorganizar el juego. Ben se sintió feliz de dejarlosentregados a los r<strong>it</strong>uales que precedían el primerjuego del verano y siguió su camino.Tres manzanas más allá, por Costello, vio algointeresante, tal vez hasta provechoso, bajo un seto:un brillo de vidrio bajo la desgarradura de unavieja bolsa de papel. Ben cogió la bolsa. Al parecer,estaba de suerte. Dentro había cuatro envases decerveza y cuatro de gaseosa grandes. Los grandesvalían cinco centavos cada una; las de cerveza, doscentavos. Veintiocho centavos bajo el seto de unacasa, sólo esperando que algún chico pasara arecogerlas. Pero debía ser un chico de suerte.—Y ése soy yo –dijo Ben, alegre, sin sospecharlo que le deparaba el resto del día.297

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