11.07.2015 Views

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

it-eso-stephen-king

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

habíamos cortado las palmas con un trozo devidrio. Éramos como un grupo de chiquillosjugando al juramento de sangre, sólo que era real.Le mostró las palmas: en el centro de cada unase veía una cerrada escalerilla de líneas blancasque podían ser de tejido cicatrizado. Ella habíatomado esas manos incontables veces sin repararjamás en esas cicatrices. Eran borrosas, sí, perohabría jurado...¡Y la fiesta! ¡Aquella fiesta!No se trataba de la fiesta en que se habíanconocido, aunque la segunda const<strong>it</strong>uía un perfectofinal de libro para la primera, al terminar lafilmación de El foso del demonio negro. Había sidoun festejo ruidoso y con mucho alcohol, dignoejemplo de todo lo que se hacía en TopangaCanyon. Tal vez un poco menos perverso que otrasfiestas a las que ella había asistido en Los Angeles,porque la filmación había salido mejor de lo quecabía esperar y todos lo sabían. Para Audra Philips,mucho mejor aún, pues se había enamorado deWilliam Denbrough.¿Cómo se llamaba la autoproclamadaquiromántica? Audra no lo recordaba, pero era unade las dos ayudantes del maquillador. Recordabaque la muchacha, a cierta altura de la fiesta, sehabía qu<strong>it</strong>ado la blusa (descubriendo el pequeñosostén que llevaba debajo) para atársela a lacabeza, como si fuera un pañuelo de g<strong>it</strong>ana.237

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!