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it-eso-stephen-king

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provoco yo –pensó–. La provoco accionando estosmald<strong>it</strong>os pedales."Se acercaba a la señal de "Stop" del extremo dela calle. Bill empezó a frenar... y de pronto (con unasonrisa de oreja a oreja) volvió a pedalear confuerza.Saltándose el "Stop", Bill Denbrough giró a laizquierda enfilando Upper Main por encima delparque Bassey. Una vez más, el p<strong>eso</strong> de Audra lehizo calcular mal y estuvieron a punto deestrellarse. La bicicleta se tambaleó, pero volvió arecuperar la vertical. La brisa era más potente y lerefrescaba el sudor de la frente, r<strong>eso</strong>nando en susoídos con un ruido embriagador, parecido al delocéano que se oye dentro de las conchas marinas,aunque en realidad no se parecía a nada de estemundo. Tal vez era un ruido con el que el chico delpatinete estaba familiarizado. "Pero perderáscontacto con él, chico –pensó–. Las cosas cambian.Es un truco sucio para el que debes prepararte."Pedaleando con más potencia, encontró unequilibrio más seguro en la velocidad. Vio lasruinas de Paul Bunyan, como un coloso caído. Billgr<strong>it</strong>ó:—Haí–oh, "Silver", ¡"Arreeeee"!Las manos de Audra ciñeron su cintura. Billpedaleó más rápido, riendo a todo pulmón. Cuandopasó por el parque Bassey, la gente se volvió paramirarlo.1959

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