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it-eso-stephen-king

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hileras de coches abandonados... hacia elStudebaker tras el cual se agazapaba Beverly. Alprincipio, ella se lim<strong>it</strong>ó a acurrucarse, petrificadade terror, como un conejo. Después se deslizó porel lado izquierdo y retrocedió hacia el cochesiguiente, un maltratado Ford que no teníaportezuelas. Por un momento se detuvo y miró aambos lados, oyendo cómo se aproximaban loschicos. Vaciló, con la boca reseca y la espaldaardiéndole de sudor; una parte de su mente sepreguntaba cómo quedaría con un y<strong>eso</strong> como el deEddie y las firmas de los Perdedores inscr<strong>it</strong>as en él.Después se lanzó al interior del Ford, por el ladodel pasajero. Se tumbó en la mugrienta alfombradel suelo haciéndose tan pequeña como pudo. Allíhacía un calor espantoso; había un fuerte olor apolvo, tapizado podrido y cagarrutas de rata. Tuvoque esforzarse para no estornudar o toser. Oyó lasvoces bajas de Belch y Victor que pasaban a poca.distancia, conversando. Luego desaparecieron.Estornudó tres veces, rápidamente y ensilencio, apretando los labios y tapándose la nariz.Probablemente podría irse si andaba concuidado. Lo mejor era pasarse al lado delconductor, escurrirse por el espacio libre yevaporarse. Pero el horror de verse casidescubierta la había dejado sin valor, al menos porel momento. Se sentía más segura allí, en el Ford.Además, ahora que Victor y Belch no estaban, losotros dos también se irían pronto. Entonces ella1413

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