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it-eso-stephen-king

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su voz empezaba a borrarse y a crecer, como si a untiempo estuviera alejándose de su alcance... yprecip<strong>it</strong>ándose hacia él. ¿Y no era <strong>eso</strong>,exactamente, lo que estaba ocurriendo? Tuvo laimpresión de que así era. Porque, si bien las vocesmantenían una sincronización perfecta, la que enese momento estaba más cerca era totalmenteextraña; pronunciaba sílabas que ninguna lengua,ninguna garganta humana podía reproducir. Bill sedijo que era la voz de los fuegos fatuos.—"Queda poco tiempo; hablemos mientraspodamos".Su voz humana se borraba como se borran lasemisoras de radio de Bangor cuando uno viaja encoche hacia el Sur. Bill se llenó de un terrorintenso, quemante. Muy pronto estaría más allá detoda comunicación cuerda con "Eso"... y una partede él comprendía que, a pesar de toda su risa, de suextraña alegría, "Eso" no deseaba otra cosa. No lebastaba con enviarlo al s<strong>it</strong>io donde estaba,cualquiera que fuese, sino que neces<strong>it</strong>aba romperla comunicación mental. Si <strong>eso</strong> se interrumpía, Billsería totalmente aniquilado. Quedar sincomunicación era quedar sin salvación; él lo sabíapor la forma en que sus padres se habíancomportado con él a partir de la muerte de George.Era la única lección aprendida de esa frialdad denevera.Distanciarse de "Eso"... y aproximarse a "Eso".1830

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