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it-eso-stephen-king

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Nell, desde una tumbona al sol en la terraza delasilo Paulson, de Bangor–. Era mi primer año en lapolicía. Cómo no voy a acordarme. Sullivan estabaen el oeste de Maine cazando aves. Cuando volvió,ya se los habían llevado, envueltos en sábanas."(Sullivan se puso más frenético que una gallinamojada.) Pero en un libro sobre pistoleros t<strong>it</strong>ulado"Sangrientos y malvados", hay una foto quemuestra a un hombre sonriente junto al cadáveracribillado de Al Bradley, en el depós<strong>it</strong>o decadáveres; si ese hombre no es el comisarioSullivan, tiene que ser su hermano mellizo.Fue el señor Keene quien finalmente me contólo que considero la verdadera versión de la historia(Norbert Keene, propietario de la farmacia Centerentre 1925 y 1975). Habló conmigo de buena gana,pero, al igual que el padre de Betty Ripsom, mehizo apagar la grabadora antes de soltar la lengua.Eso no cambiaba nada, porque todavía oigo su vozde papel: otro, cantante "a capella" en el mald<strong>it</strong>ocoro de esta ciudad.—No hay motivos para que no te lo cuente –dijo–. Nadie va a publicar esa historia. Y si alguienlo, hiciera, nadie le creería. –Me ofreció unanticuado frasco de boticario–. ¿Una gom<strong>it</strong>a deregaliz? Recuerdo que preferías las rojas, Mikey.Tomé una.—¿Estuvo o no presente el comisario, Sullivanaquel día?1102

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