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it-eso-stephen-king

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Se oyó otro paso. Mike vio entonces zapatos,sin lugar a dudas: zapatos y las perneras de unvaquero raído. Las hilachas, de color azuldesteñido, colgaban contra dos tobillos sin medias.Y en la oscuridad, casi un metro ochenta porencima de <strong>eso</strong>s tobillos, se veía un par de ojoscentelleantes.Mike buscó a tientas en la superficie delescr<strong>it</strong>orio semicircular, sin apartar la vista de <strong>eso</strong>sojos. Sus dedos encontraron una caja pequeña, demadera: las tarjetas de los préstamos vencidos.otra caj<strong>it</strong>a, con broches para papel y bandaselásticas. Se detuvieron en algo que era metálico ylo tomaron. Se trataba de un abrecartas en cuyomango se leían las palabras "Jesús redime", unendeble objeto que había llegado por correoenviado por la Iglesia bautista para promover unarecaudación de fondos. Hacía quince años queMike no iba a la iglesia, pero en memoria de sumadre envió cinco dólares de los que no podíaprescindir. Había tenido intenciones de tirar elabrecartas, pero allí estaba, entre el d<strong>eso</strong>rden quereinaba en su lado del escr<strong>it</strong>orio (la parte de Caroleestaba siempre impecable).Lo tomó con fuerza y clavó la vista en el pasillooscuro.Hubo otro paso... y otro. Los vaqueros raídoseran visibles hasta las rodillas. Y vio la silueta a laque correspondían: una silueta grande, corpulenta,1588

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