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it-eso-stephen-king

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se hablaba de inodoros y desaguaderosl<strong>it</strong>eralmente reventados.El Kenduskeag corría por el centro de LosBarrens. La ciudad había crecido hacia el nordestey a ambos lados de ese sector, pero el únicovestigio de urbanización allá abajo era la bombanúmero tres de Derry (instalación municipal parabombear las aguas residuales) y el vertederomunicipal. Desde el aire, Los Barrens parecían unagran daga verde señalando hacia el centro de laciudad.Para Ben, toda esa geografía acoplada congeología sólo significaba una vaga noción de que, asu lado derecho, ya no había casas; la tierra habíadescendido. Una desvencijada barandillablanqueada, que le llegaba más o menos a lacintura, corría a lo largo de la acera, como gestosimbólico de protección. Oía constantemente elcorrer del agua; era el fondo musical de su fantasía.Se detuvo para mirar sobre Los Barrens aúnimaginando los ojos de Beverly y el limpio olor desu pelo.Desde allí, el Kenduskeag parecía sólo una seriede guiños entrevistos por el denso follaje. Algunoschicos decían que allí había mosqu<strong>it</strong>os grandescomo gorriones en esa época del año; otroshablaban de arenas movedizas a poca distancia delrío. Ben no creía lo de los mosqu<strong>it</strong>os, pero la ideade que hubiera ciénagas lo asustaba.329

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