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it-eso-stephen-king

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había producido uno, podía haber otro. Levantó lavista, intranquilo. No veía nada, pero estaba segurode que había rejillas en el arco superior de latubería y, quizá, también a los lados. En cualquiermomento podía haber...No se dio cuenta de que llegaba al final del tubohasta que cayó fuera de él, moviendo los brazoscon desesperación. Cayó de bruces en una masasemisólida, unos treinta centímetros por debajo dela galería de la que acababa de salir. Algo repulsivocorrío sobre su mano. Bill dio un gr<strong>it</strong>o y seincorporó llevándose la mano cosquilleante alpecho, consciente de que una rata acababa depasar sobre ella. Sentía aún el tacto repugnante desu cola.Trató de levantarse y se golpeó la cabeza en loalto de la nueva tubería. Fue un golpe duro y Billcayó otra vez de rodillas; grandes flores rojasestallaron en la oscuridad, ante sus ojos.—¡C–c–cuidado! –se oyó gr<strong>it</strong>ar. Sus palabrasretumbaron huecamente–. ¡Aquí hay un escalón!¡Edd–eddie! ¿Dónde estás?—¡Aquí! –Una mano de Eddie le rozó la nariz–.Ayúdame a salir, Bill, que no veo nada. Está...Se oyó un grave sonido acuoso. Beverly, Mike yRichie gr<strong>it</strong>aron al unísono. A la luz del día, laarmonía casi perfecta de los tres habría sidodivertida; allí abajo, en la oscuridad de las cloacas,resultaba aterrorizante. De pronto, los tres cayeron1754

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