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it-eso-stephen-king

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hacía lo mismo. Se superponían las lenguas y losdos mordían con fuerza hasta quedar comoinjertados, ojo contra ojo.—Oh, tengo ganas de vom<strong>it</strong>ar –dijo Beverly.Ben le dio una palmad<strong>it</strong>a vacilante en laespalda; luego miró alrededor para ver si alguno sehabía dado cuenta. Nadie; los otros miraban a Bill,hipnotizados.—¿Y entonces? –preguntó Eddie.—B–b–bueno, pa–parece una l–l–locura, peroel libro d–d–dice que entonces empezaban a c–c–contar chi–chistes y adivinanzas.—¿Qué? –exclamó Stan.Bill asintió, con la cara del periodista que deseatransm<strong>it</strong>ir, sin decirlo directamente, que no es élquien fabrica la noticia, que se lim<strong>it</strong>a atransm<strong>it</strong>irla.—A–Así. Pri–primero el monstruo, el "t–t–taelus", c–cuenta uno; des–después el santón, yasí, p–p–por tu–turnos...Beverly volvió a sentarse, con las rodillas contrael pecho y las manos cruzadas a la altura de laspantorrillas.—No me explico cómo pueden hablar con laslenguas... clavadas de ese modo.Richie sacó la lengua, la sujetó con los dedos yentonó:1155

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