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it-eso-stephen-king

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—Probablemente se reunieron en la casa dealguien, tal vez en el sótano, para ponerse lassábanas y preparar las antorchas que usaban –prosiguió, por fin.Me han dicho que otros entraron directamenteen la base por Ridgeline Road, que era la entradaprincipal. No voy a decir quién, pero me contaronque llegaron en un Packard, con sus sábanasblancas, sus bonetes blancos y sus antorchas.Había un puesto de control donde Ridgeline Roadse desviaba de W<strong>it</strong>cham Road para entrar en labase, y el oficial de guardia los dejó pasar.Era sábado por la noche y el local estabaatestado de gente que bailaba. Había doscientas otrescientas personas. Y llegaron <strong>eso</strong>s blancos, sieteu ocho, en su Packard verde botella; otros veníanpor entre los árboles que separaban la base de lascasas elegantes de Broadway Oeste. No eranjóvenes, en su mayoría; a veces me preguntocuántos casos de angina y úlceras sangrantes habráhabido al día siguiente. Espero que muchos. ¡Esosmald<strong>it</strong>os asesinos!El Packard estacionó en la colina y encendiódos veces los faros. Tres o cuatro hombres bajarony se reunieron con el resto. Algunos tenían esaslatas de cuatro l<strong>it</strong>ros que se compraban en lasestaciones de servicio, llenas de gasolina. Todosllevaban antorchas. Uno de ellos se quedó alvolante del Packard. Mueller tenía un Packard,793

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