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it-eso-stephen-king

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estaba muy caliente pero ya no quemaba, ycomenzó a untar el otro lado del barco.—¡No pongas tanto, culo sucio! –dijo Bill–¿Quieres que se hunda en el v–v–viaje inaugural?—Perdona.George terminó de untar la parafina y luegosostuvo el barco en las manos. Estaba un poco máspesado, pero no mucho.—¡Guau! –exclamó–. Voy a salir para hacerlonavegar.—Sí, ve –dijo Bill. De pronto parecía cansado...cansado y no muy bien.—Me gustaría que vinieras –dijo George. Lehubiese gustado de veras. Bill a veces se poníamandón al cabo de un rato, pero siempre teníaideas estupendas–. En realidad, el barco es tuyo.—A mí también me gustaría ir –dijo Bill,sombrío.—Ya... –George cambió el p<strong>eso</strong> del cuerpo deun pie al otro, con el barco en la mano.—Ponte el impermeable y las botas –advirtió elmayor–, si no quieres pescar una gripe como lamía. Casi seguro que la pescas de todos modos pormis g–g–gérmenes.—Gracias, Bill. Es un barco muy bon<strong>it</strong>o.Y entonces hizo algo que no había hecho hacíatiempo, algo que Bill jamás olvidaría: besó a su19

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